Burgos, la gran desconocida

Continuando con la entrada de Soria, me despierto por la mañana con agujetas del día anterior, no veo nada, todos los cristales están empapados por la humedad, tengo que limpiarlos con una toalla y después estrujarla porque parece una esponja.

Desayuno y pongo rumbo al pueblo de Covarrubias, en Burgos. Entre Covarrubias y Burgos me encuentro con la primera parada del día, el Monasterio de San Pedro de Arlanza. Construido sobre el siglo X, tiene un ligero parecido al Monasterio de Piedra que visité hace unos años, aunque este último juega en otra liga (recomiendo encarecidamente su visita). La visita es gratuita y guiada, si quieres, mientras espero a la apertura me pongo a echar unas fotos por fuera, parece que tiene pintaza.

La chica que hace de guía y guarda el lugar por fin viene y me abre las puertas, soy el único visitante así que puedo disfrutar y echar fotos sin preocupaciones. A la entrada veo un patio pequeño rodeado de columnas con un árbol en medio, por el tamaño del tronco parece que tiene muchísimos de años. La chica me dice que es un pinsapo, tiene 150 años de edad mas o menos y fue traído desde Cádiz explicitamente, es un ejemplar único en la provincia que mide más de 30 metros. Me recordó al viaje que hice el verano pasado por Grazalema.

Atravesando el pequeño patio me encuentro con un patio más grande donde comienzo a ver paredes y techos en ruinas, impresiona el lugar, todo el patio está rodeado por también por columnas.

Avanzo un poco y giro a la derecha, las mejores fotos sin duda van a salir desde esta posición, me encuentro en la iglesia, todo el techo está derrumbado y los pilares que lo sostenían parecen serrados, me doy cuenta de que la naturaleza poco a poco va reclamando este lugar.

Entro por una puerta para acceder a la parte superior de un edificio que está al lado de la iglesia, subo por unas estrechísimas escaleras de caracol donde me tropiezo varias veces, cuando por fin llego arriba me asomo a una ventana y tengo una perspectiva especial del lugar.

Doy una vuelta más por el lugar para echar unas cuantas fotos y me dirijo al pueblo de Covarrubias, la carretera sigue el curso del rio Arlanza serpenteando entre las montañas. Poco después de callejear un poco por el pueblo y cruzar un precioso puente de piedra, veo una tienda de artesanía, imposible no parar y admirar la imaginación del artesano (la gaviota es un puntazo).

Un vistazo rápido por el pueblo y me dirijo a hacer una ruta de senderismo entre dos pueblos, Ura y Castroceniza. Por el camino, veo a lo lejos un nido de cigüeña, pero no parece un nido normal, debe de ser una cigüeña vasca porque pedazo nido, era más grande que la casita en sí. Tengo que parar e inmortalizarlo, la pobre cigüeña escondida me mira extrañada.

Al llegar a Ura dejo el coche en un aparcamiento en un prado y comienzo con la caminata. El camino sigue el río Mataviejas (menudo nombrecito si..) y en el desfiladero que este ha creado, decenas de buitres aguardan en las cimas de las rocas, en todo el camino siempre veo a alguno planeando en busca de alimento.

Por el camino veo una gran roca, no dudo en hacer un poco el cabra y hacer boulder, pero me canso al poco rato y continúo. En este tramo el rio Mataviejas me proporciona un estupendo paisaje para las fotos.

Poco después llego a Castroceniza, un pueblecito semiabandonado y con la mayoría de las casas derruidas.

El recorrido no es circular por lo que doy media vuelta y deshago el camino andado para visitar el último punto antes de volver a Madrid. Antes de comenzar el camino recupero fuerzas echando algo al estomago.

La última parada es un angosto desfiladero de 600 metros de longitud y muuuuy estrecho, tan estrecho que incluso en algún punto tiene menos de metro y medio de ancho, es el desfiladero de La Yecla.

Al llegar cruzo el túnel que atraviesa la montaña y aparco al lado de las escaleras que bajan hacía el inicio de la ruta, me pongo como una moto al ver que hay anclajes y reuniones para hacer barraquismo, pero el lugar en algunos tramos está sucio, lleno de botes y restos de basura, no os imagináis la mala ostia y el asco que me da la gente que desprecia así la naturaleza.

Ya abajo me quedo flipando, un mini Caminito del Rey!! Aprovecho que no hay mucha gente para sacar fotos en todas direcciones, el lugar es estrecho no, lo siguiente. Agarro la cámara como si no hubiera mañana porque si tengo un pequeño resbalón con ella en las manos ya me puedo ir olvidando de recuperarla, enserio, iba acojonadísimo.. jajaja

Los saltos de agua y cascadas que se forman aquí son incontables, a pesar de que no bajaba con mucho caudal.. el sitio impone.

El recorrido es de ida y vuelta así que se disfruta el doble, al terminar, toca volver a Madrid. Han sido dos días sin parar y el cuerpo lo sabe. Me vuelvo muy contento con cientos de fotos y recuerdos, como debe de ser.

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